El León de Barrika recordó, en entrevista previa al BMW PGA Championship dos momentazos protagonizados por el gran Severiano Ballesteros en Wentworth.
Mucho se ha escrito acerca de deportistas que son unos verdaderos amantes y estudiosos, incluso, del deporte que les da de comer. Ha habido grandes casos de profesionales de diferentes disciplinas que ya apuntaban maneras de ser “algo más” que un tipo que, simplemente, se le da de escándalo un determinado deporte.
Dejando a un lado filias y fobias deportivas, Pep Guardiola era un claro ejemplo de esto. Desde jugador, e influido por la figura de Johan Cruyff, ya demostraba que su interés por lo táctico iba más allá de la media de sus compañeros de profesión. Devoraba fútbol y no sólo el de su equipo.
En el mundo del golf también existen ejemplos de esto. Jon Rahm es un claro caso de un deportista que bucea en su propio deporte atesorando un nivel de conocimientos casi enciclopédico. Jon dedica tiempo al visionado de vídeos y rara es la entrevista previa a un torneo en la que no mencione alguna hazaña de un español en el campo en cuestión que toque esa semana. La última que recordamos fue la mención que nos hizo, el pasado mes de enero, a la victoria de Miguel Ángel Jiménez en el Dubai Desert Classic de 2010.
Además, tal y como nos ha dejado claro en muchísimas ocasiones, tiene una memoria prodigiosa. Ambas condiciones unidas nos dan como resultado a un estudioso del deporte del golf al que, por cierto, da gusto escuchar cuando el tema surge.
Y no es el único de los nuestros que tiene esta virtud. Jorge Campillo es otro estudioso en la materia y atesora grandes conocimientos en la materia. De hecho, en un par de ocasiones le hemos pedido que nos recomiende vídeos de majors imprescindibles para poder ver cuando la temporada descansa y hay “mono de golf”.
En las entrevistas previas al BMW PGA Championship, el reportero del DP World Tour conocedor de esta condición de Jon Rahm, le dio un extraordinario pie que el de Barrika aprovechó como sólo él sabe:
Jon, cuando pienso en ti, caigo en la cuenta de que no debe haber muchos golfistas hoy en día que sean tan apasionados de la historia del golf y que respeten tanto las tradiciones del juego como tú. ¿Cuándo llegas a un torneo como este, tan lleno de historia, con tantos campeones pasados, y caminas por estas calles, debes sentir que estás pisando sus huellas, ¿no?
En cierto modo, sí, suena raro, pero es así.
Es difícil no imaginar algunos de los grandes momentos que han pasado en este campo mientras caminas por sus calles. Cada vez que llego al hoyo 17, al menos una o dos veces por semana, me acuerdo de Seve y el cámara. ¿Lo del pastel de frutas pasó aquí también? ¿Fue aquí o no? No estoy seguro, no estoy seguro, pero siempre me viene a la cabeza. Me da la sensación de que fue aquí.
También hay varios momentos increíbles del pasado, como el 10 bajo de Alex Noren el domingo, el de Rory en 2014, Luke ganando dos años seguidos… y también las semanas en las que yo he estado.
Es una historia tremenda, muchos recuerdos muy buenos que valoro mucho (…).
En su respuesta, Jon menciona dos anécdotas de Severiano Ballesteros que, por conocidas que sean no podemos dejar pasar la ocasión de recordar como merecen.
LA DE SEVE Y EL CÁMARA.
Año de gracia de 1991. Volvo PGA Championship, torneo del Circuito Europeo en Wentworth. Tanto el circuito como el torneo, por aquel entonces, tenían nombres diferentes a los de hoy en día. Severiano Ballesteros ganaría el torneo a un Colin Montgomerie que forzó un play-off entre ambos para decidir el torneo.
En uno de los golpes de Seve, rodeado de público, se produce una de las escenas más recordadas de su carrera. El genio se ve obligado a pedir al público que no se mueva durante su swing de prácticas. El modo en el que Seve lo hace, describe a un genio y explica por qué ha sido tan querido por el público. No se puede hacer mejor y con más gracia.
“Quédese quieto, por favor, si no le importa. Sé que está nervioso, pero yo también lo estoy”.
Las carcajadas de los aficionados presentes describen a la perfección como, un momento de máxima tensión se maneja con arte. El que sólo Seve tenía. Por cierto, ganó el play-off y el torneo.
LA DEL PASTEL DE FRUTAS.
Mismo lugar, mismo año. 1991. Final del World Match Play. Por darles contexto histórico, aún faltan tres años para que venga al mundo Jon Rahm.
Seve jugaba la final del torneo contra Nick Price, descrito por Billy Foster, caddie de Seve aquel día como el tipo más amable en el mundo del golf profesional. Y dio buena prueba de ello. Esta anécdota describe a la perfección el carácter competitivo de uno de los más grandes de la historia del golf.
En el décimo tercer hoyo de la ronda, Nick Price iba dos arriba y se prepara para su segundo golpe con la bola en calle. En ese momento Seve pregunta a su caddie, Billy Foster, si llevan algo de comer en la bolsa. Foster detalla a Seve el inventario compuesto por plátanos y pastel de frutas. Ese bizcocho “mazacotoso” del que tanto gustan los británicos para acompañar el té y que, por lo general, está seco como la rodilla de una cabra.

Ballesteros rechaza el plátano que Foster le ofrece y le pide el pastel de frutas. Cuando Nick Price está haciendo la bajada de su swing, Seve se atraganta con el pastel de frutas y empieza a toser y a hacer ruidos de atragantamiento. Esto, obviamente, desconcentra a Price que falla el golpe y deja la bola en el bunker que protege el green.
Seve, tras disculparse repetidamente ante Price, también suplica al árbitro que permita a Price repetir su golpe ya que, él, involuntariamente le ha molestado. El árbitro no concede a Seve su petición y la partida continúa. Nick Price acepta las disculpas de Seve y llega a decir que su atragantamiento no le ha molestado para dar el golpe.
Nick Price saca la bola del bunker y la deja a tres metros del hoyo. En este momento, Billy Foster le sugiere a Seve, quien ya había hecho el par en el hoyo, que le conceda el putt, también de par, a Price ya que, como le había molestado en la calle con su atragantamiento, parecía ser lo justo y no tendría perjuicio alguno al empatar ambos en el hoyo.
Seve, que era 90% competitividad y 10% agua, se niega y le dice a Foster que “En la calle ya le ofrecí medio punto, y no aceptó. Debe terminar el hoyo. Ofrezco una vez. No más. Debe terminar.” Nick Price embocó el putt y el hoyo terminó en empate.
¿Y cómo terminó el torneo?. Seve le remontó los dos hoyos de desventaja a Price y se alzó con el triunfo por 3&2.
Por cierto, no se pierdan la historia contada en primera persona por el mismísimo Billy Foster en una entrevista publicada por Golfing World.